A inicios de agosto la prestigiosa revista Newsweek publicó un extenso reportaje sobre la situación actual de muchos profesionales en Venezuela, haciendo especial hincapié en los jóvenes recién egresados de la universidad (una situación que para mí esta cada vez más cerca) donde se resalta la masiva fuga de cerebros producto de los 10 años de autoritarismo del presidente Chávez en ese hermano país. El artículo puede ser encontrado en su versión original en inglés o en su traducción al español.
Mientras leía, me iba sintiendo cada vez más identificado con la realidad venezolana, la misma que poco a poco estamos empezando a vivir aquí en el Ecuador: una oposición cada vez más debilitada y un oficialismo sumamente acaparador, amo y señor absoluto de cuantos poderes y recursos se encuentren al paso. Es decir, un Estado expropiador de vidas, sueños, proyectos y por encima de todo, del sudor con el que nuestros hermanos venezolanos construyeron una sociedad dinámica y vibrante que se nutrió de las inmensas olas de inmigrantes provenientes de toda Europa, llegados luego de la II Guerra Mundial.
Un estado perverso, el cual incluso se ha convertido en el mayor empleador del país. Es decir, ¿Aquí en Ecuador nos estamos educando para ser burócratas?, ¿Ese es el gran futuro profesional que nos espera? Solo imaginarlo me produce terribles pesadillas sobre el futuro de nuestro país.
En el Ecuador, un burócrata es aquel individuo que trabaja para alguna institución del Estado, en la mayoría de los casos, no por sus méritos académicos o profesionales, sino por sus contactos. Algún compadre tiene una posición de privilegio en el gobierno de turno y haciendo uso de sus influencias, logra ubicar al aplicante en cualquier institución pública. Así, de pronto, esta persona pasa a ser parte de la enorme masa de trabajadores asalariados del Estado, los que gozan de una bien ganada (y probada) fama de trabajar poco y cobrar mucho.
¿Ese es el gran estímulo que tiene la Revolución Ciudadana para nosotros los jóvenes profesionales? En otras palabras, ¿De esa forma piensa la Revolución Ciudadana aprovechar nuestro talento para construir la Patria Grande y Solidaria? No cabe duda, ¡Grande y Solidaria será la nomina de trabajadores que el Presupuesto General del Estado tendrá que asalariar mes a mes!
Amo a mi país, pero ese es un futuro que no quiero para mí. Voy a la universidad aspirando en convertirme en un empresario capaz de generar bienestar, empleo y al mismo tiempo, para aprovechar la globalización y que de esta forma, en otros rincones del mundo puedan disfrutar de mis productos o servicios. Esa es la meta de mi vida y aunque parezca enorme, no es para nada algo que me haga sentir amilanado, más bien me estimula y me exige ser más para servir mejor.
Desde luego, está claro que para lograrlo necesito una serie de incentivos y estímulos, apertura comercial, sólidas instituciones, estabilidad, firme combate a la corrupción pero también libertad para emprender y expresarme. Entonces, la pregunta es ¿La Revolución Ciudadana me ofrecerá todo eso? Dios quiera que por el bien del país, así sea. Sin embargo, si nos apegamos a los hechos y a la cruda realidad, pareciera que no será de esta manera.
En un entorno así, los recién egresados nos veremos en la necesidad de buscar otros rumbos lejos de casa. Dejar el país es una idea muy dolorosa por que implica abandonar familia, amigos, recuerdos y una vida entera construida en un país maravilloso, único en el mundo. No quiero ser dramático, pero me da la sensación de que el paraíso donde vivimos, de pronto podría convertirse en un infierno de manos de la Revolución Ciudadana.
Mientras tanto, nuestros vecinos Colombia y Perú, son países que en la última década han concentrado esfuerzos por atraer inversiones e insertarse en la globalización. Para ello han reforzado su institucionalidad, combatido al terrorismo y promovido políticas de Estado que propicien la generación de empleo, conscientes de que este es el motor del desarrollo.
Tuve la oportunidad de visitar Colombia en marzo del 2008. Previo a realizar este viaje, tuve que enfrentarme a los temores de familiares y amigos, quienes consideraban que este sería un viaje de alto riesgo. ¡Cuánto se equivocaron!
Me encontré con un país cultural y racialmente muy parecido al Ecuador, donde al igual que en nuestro país, la mayor parte de su población se encuentra asentada sobre la cordillera andina. Solo descubrí una pequeña gran diferencia: Colombia vive actualmente una impresionante expansión económica, probablemente la más grande de su historia, alcanzando niveles record de crecimiento del PIB y de inversión extranjera directa, la misma que desde el 2002 (mismo año en el que Presidente Uribe llegó al poder) creció durante años consecutivos. ¿Su mayor atractivo? Su gente cálida y trabajadora, además de su posición geográfica privilegiada con salidas al Pacífico y al Caribe.
Aún no he tenido la suerte de visitar Perú, aunque espero hacerlo muy pronto. Muchos amigos que ya estuvieron por allá me cuentan brevemente del progreso que se respira en muchos rincones de ese país, impulsado una vez más por la inversión extranjera directa. Pese a que los niveles de IED no son los mismos que en Colombia, el Gobierno Peruano ha firmado Tratados de Libre Comercio con países asiáticos y norteamericanos, lo que seguramente traerá grandes beneficios a largo plazo.
Mientras nuestros vecinos abren su economía al mundo, nuestro Gobierno se encarga de espantar la inversión y de a poco, comienza a convertirnos en una economía totalmente dependiente del Estado, el mismo que depende de los precios internacionales de commodities como el petróleo. ¡Igual que en Venezuela!
Entonces llegará el momento en que lamentablemente muchos de nosotros nos veremos obligados a dejar nuestro pequeño paraíso llamado Ecuador e ir a ganarnos la vida en algún otro rincón del mundo. Una lástima por el país, que seguirá desangrándose.
Mientras leía, me iba sintiendo cada vez más identificado con la realidad venezolana, la misma que poco a poco estamos empezando a vivir aquí en el Ecuador: una oposición cada vez más debilitada y un oficialismo sumamente acaparador, amo y señor absoluto de cuantos poderes y recursos se encuentren al paso. Es decir, un Estado expropiador de vidas, sueños, proyectos y por encima de todo, del sudor con el que nuestros hermanos venezolanos construyeron una sociedad dinámica y vibrante que se nutrió de las inmensas olas de inmigrantes provenientes de toda Europa, llegados luego de la II Guerra Mundial.
Un estado perverso, el cual incluso se ha convertido en el mayor empleador del país. Es decir, ¿Aquí en Ecuador nos estamos educando para ser burócratas?, ¿Ese es el gran futuro profesional que nos espera? Solo imaginarlo me produce terribles pesadillas sobre el futuro de nuestro país.
En el Ecuador, un burócrata es aquel individuo que trabaja para alguna institución del Estado, en la mayoría de los casos, no por sus méritos académicos o profesionales, sino por sus contactos. Algún compadre tiene una posición de privilegio en el gobierno de turno y haciendo uso de sus influencias, logra ubicar al aplicante en cualquier institución pública. Así, de pronto, esta persona pasa a ser parte de la enorme masa de trabajadores asalariados del Estado, los que gozan de una bien ganada (y probada) fama de trabajar poco y cobrar mucho.
¿Ese es el gran estímulo que tiene la Revolución Ciudadana para nosotros los jóvenes profesionales? En otras palabras, ¿De esa forma piensa la Revolución Ciudadana aprovechar nuestro talento para construir la Patria Grande y Solidaria? No cabe duda, ¡Grande y Solidaria será la nomina de trabajadores que el Presupuesto General del Estado tendrá que asalariar mes a mes!
Amo a mi país, pero ese es un futuro que no quiero para mí. Voy a la universidad aspirando en convertirme en un empresario capaz de generar bienestar, empleo y al mismo tiempo, para aprovechar la globalización y que de esta forma, en otros rincones del mundo puedan disfrutar de mis productos o servicios. Esa es la meta de mi vida y aunque parezca enorme, no es para nada algo que me haga sentir amilanado, más bien me estimula y me exige ser más para servir mejor.
Desde luego, está claro que para lograrlo necesito una serie de incentivos y estímulos, apertura comercial, sólidas instituciones, estabilidad, firme combate a la corrupción pero también libertad para emprender y expresarme. Entonces, la pregunta es ¿La Revolución Ciudadana me ofrecerá todo eso? Dios quiera que por el bien del país, así sea. Sin embargo, si nos apegamos a los hechos y a la cruda realidad, pareciera que no será de esta manera.
En un entorno así, los recién egresados nos veremos en la necesidad de buscar otros rumbos lejos de casa. Dejar el país es una idea muy dolorosa por que implica abandonar familia, amigos, recuerdos y una vida entera construida en un país maravilloso, único en el mundo. No quiero ser dramático, pero me da la sensación de que el paraíso donde vivimos, de pronto podría convertirse en un infierno de manos de la Revolución Ciudadana.
Mientras tanto, nuestros vecinos Colombia y Perú, son países que en la última década han concentrado esfuerzos por atraer inversiones e insertarse en la globalización. Para ello han reforzado su institucionalidad, combatido al terrorismo y promovido políticas de Estado que propicien la generación de empleo, conscientes de que este es el motor del desarrollo.
Tuve la oportunidad de visitar Colombia en marzo del 2008. Previo a realizar este viaje, tuve que enfrentarme a los temores de familiares y amigos, quienes consideraban que este sería un viaje de alto riesgo. ¡Cuánto se equivocaron!
Me encontré con un país cultural y racialmente muy parecido al Ecuador, donde al igual que en nuestro país, la mayor parte de su población se encuentra asentada sobre la cordillera andina. Solo descubrí una pequeña gran diferencia: Colombia vive actualmente una impresionante expansión económica, probablemente la más grande de su historia, alcanzando niveles record de crecimiento del PIB y de inversión extranjera directa, la misma que desde el 2002 (mismo año en el que Presidente Uribe llegó al poder) creció durante años consecutivos. ¿Su mayor atractivo? Su gente cálida y trabajadora, además de su posición geográfica privilegiada con salidas al Pacífico y al Caribe.
Aún no he tenido la suerte de visitar Perú, aunque espero hacerlo muy pronto. Muchos amigos que ya estuvieron por allá me cuentan brevemente del progreso que se respira en muchos rincones de ese país, impulsado una vez más por la inversión extranjera directa. Pese a que los niveles de IED no son los mismos que en Colombia, el Gobierno Peruano ha firmado Tratados de Libre Comercio con países asiáticos y norteamericanos, lo que seguramente traerá grandes beneficios a largo plazo.
Mientras nuestros vecinos abren su economía al mundo, nuestro Gobierno se encarga de espantar la inversión y de a poco, comienza a convertirnos en una economía totalmente dependiente del Estado, el mismo que depende de los precios internacionales de commodities como el petróleo. ¡Igual que en Venezuela!
Entonces llegará el momento en que lamentablemente muchos de nosotros nos veremos obligados a dejar nuestro pequeño paraíso llamado Ecuador e ir a ganarnos la vida en algún otro rincón del mundo. Una lástima por el país, que seguirá desangrándose.