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jueves, 1 de abril de 2010

Un domingo pedaleando en Guayaquil

Este artículo fue escrito en octubre del 2009. Por cosas de la vida, no fue subido en aquel entonces. De todas formas, aquí está.

Tenía semanas dándole vueltas al asunto. Al principio, me invadía el temor pues no quería sufrir algún accidente y debía planificarlo de la mejor forma posible. Por más descabellado que fuere, sentía un impulso demasiado grande. Hasta que un buen día me animé: saldría desde Urdesa Norte (a la altura de la iglesia mormona) hasta mi casa en la vía a la costa pedaleando en mi bicicleta.

Me levanté un domingo a eso de las 7 de la mañana, desayuné algo ligero y me alisté para salir. Tomé la Rodrigo Chávez en sentido sur hacia el puente que conecta esta ciudadela con Kennedy Norte y pedaleé por la marginal del Salado (José Castillo) hasta la gasolinera Mobil de la Francisco de Orellana. ¡Qué placer, qué brisa! Muchos madrugadores al igual que yo, pedaleaban o trotaban por esta tranquila vía, a pocas cuadras de una avenida que puede ser tan caótica como la Orellana.

Giré por la Francisco de Orellana y avancé hasta San Marino. Después de un alto debido al semáforo, continué por la San Jorge hasta la Av. Delta junto a la Universidad de Guayaquil. Aquí el primer temor, pues la gran cantidad de buses que cruzan esta avenida me hicieron tener mucha más precaución mientras pedaleaba. Incluso un domingo tan temprano, pues es de conocimiento público que esta universidad tiene clases los fines de semana.

Avancé con cuidado hasta la Tungurahua y empecé a sentir el trajín del recorrido. Sin estado físico, tenía que dosificar mis energías y por lo tanto, sentía que era el momento de un descanso. Para mi sorpresa, los guardias del Malecón del Salado me impidieron entrar al sitio con mi bicicleta. ¡Qué absurdo! Sin embargo, después de una sencilla negociación con el guardia (ojo, no hubo coimas… estoy convencido de que todo se puede resolver hablando), este me permitió entrar a descansar con mi bicicleta con la condición de que no rodara dentro del parque. Muy a mi pesar, así tuve que hacerlo.

Después de sentarme un rato a descansar e hidratarme, decidí continuar con el trayecto. Tomé Lizardo García hasta la calle Aguirre y avancé hasta el puente El Velero, donde ratifiqué mi falta de estado físico, al sentir intenso dolor en las piernas al subir la pequeña loma del puente. Seguí por la Avenida Barcelona, donde pasé por la ciudadela Ferroviaria y la primera parte de Bellavista. Se venía otro puente, en este caso un paso a desnivel… ¿Iba a subirlo? ¡No! Preferí girar a pie a la altura de la gasolinera Terpel y continuar mi recorrido.

Pedaleando por la Barcelona, empecé a sentir como los buses pasaban a toda velocidad a menos de un metro de mi cabeza. Sentía un susto tremendo, pues no tenía casco ni protección alguna. Tenía que estar loco para hacer lo que hice. Y bueno, este loco empezó a sentir sed otra vez y decidió parar en la “Esnaqui del Ídolo”, esa famosa despensa junto al estadio a hidratarse otra vez. Por ser día de partido, ahí se encontraban (como no podía ser de otra manera) los vecinos del sector, todos barcelonistas, desayunándose unas buenas jabas de Pilsener. Mientras tanto, comencé a sentir muchas miradas encima de mí. A lo mejor se debía a que no era del barrio y mi presencia no era común. O al menos, eso yo pensaba en principio. ¡Pero que tonto, si andaba de azul! Así que para no ganarme gratis algunos enemigos mortales, tuve que sentarme bien lejos de esos hinchas a beber más agua, para luego seguir con mi recorrido.

Seguí hasta girar en la José Rodríguez Bonín, donde habían más buses pero también más semáforos. Sin sobresaltos, finalmente llegué al último y más peligroso tramo de la ruta: la Avenida del Bombero. No sólo buses y autos a toda velocidad, sino otra pendiente que me exigiría mayor esfuerzo. ¡Estaba completamente loco!

Mitad de la pendiente y de repente, comencé a marearme. Tuve que parar otra vez para beber más agua de nuevo y respirar profundo. Calmarme y tener claro que debía llegar a la meta. Tan cerca no había vuelta atrás.

Una vez más tranquilo, arranqué. La pendiente había quedado atrás y después de ella (casi entre el puente sobre la perimetral y el antiguo club del Banco del Pacífico) un muy relajante descenso. La norma dice que los ciclistas debemos situarnos al costado derecho de la vía. Por más que lo intentara, muchos buses que vienen a toda velocidad se sitúan en ese mismo carril para recoger pasajeros y girar hacia la Vía Perimetral. ¿Supervivencia? ¿Locura? Preferí ir a la izquierda, donde me sentí más seguro.

No obstante, volví a sentir esa sensación de autos a toda velocidad respirándome al costado. Sabía que duraría breves minutos, ya casi estaba llegando a la meta. Así fue, llegué a la intersección del semáforo antes de Puerto Azul y llegado mi turno, avancé hasta la “meta”. Tranquilamente entré por la puerta principal y le di la vuelta a la urbanización antes de llegar a mi casa.

Una vez al pie de ella, me desparramé del cansancio sobre la puerta. Me senté unos minutos, para luego entrar, guardar la bicicleta y beber más de un litro de agua. En total, me tomó hora y media el recorrido.

Definitivamente, tengo que volver a pedalear en grupo. ¡Estas locuras me pueden salir muy caras! Igual no me arrepiento y con mucha más precaución, lo volvería a hacer.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hey ... yo soy ciclista urbano... yo me transporto en bicicleta a diario para casi todas mis actividades...soy profe universitario en la uees y la santamaria.. pero bue!!.. leyendo tu recorrido justamente tomaste una avenida muy dificil (la que va al estadio del barcelona) ... yo vivo en los ceibos y si quiero ir al centro o venir para aca... yo voy por urdesa, las paralelas a la v.e.estrada son las mejores calles para evitar la c.j.arosemena y la marginal del salado... es mejor ir por los ceibos y de alli si no hay opciones y tienes que salir a la via a la costa a altura del puente que va a la p.j.
Un atajo al centro es meterse por la cdla. universitaria por uno de los portones de la av. que entra o sale de urdesa ... vas por la cancha de futbol y retomas el paseo del malecon...vas a dar a la pta. principal de la U. y voilá!! estás en la calle tunguruhua... suerte..

Gustavo Izurieta dijo...

Si, excelente sugerencia! Voy a tomar tu consejo.

Otra alternativa (que he descuidado) para recorrer la ciudad en bicicleta de manera muy segura, son los paseos del Ecoclub Ecuador Aventura. Van escoltados de la CTG y la Cruz Roja, ofrecen hidratantes, organizan paseos por todo el país... Vale la pena pedalear con ellos!

Anónimo dijo...

si, yo anduve con ellos por un tiempo... pero como van muchos van lento ... son gustos igual yo prefiero ir solo.. pero ellos estan en una labor encomiable impulsando el ciclismo urbano... igual si la idea te sigue dando vueltas... te compras un buen par de cadenas para motos o bicis que hay en el megamaxi para que puedas amarrarla en cualquier lado... y de vez en cuando para ciertas cosas como ir a un mall.. la bici es buena opcion...

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